Esta es la historia
de Sandy, una niña que adoraba el color rosa, su ropa, habitación y
demás enseres eran de ese color, el color de la delicadeza y la ternura,
como ella misma lo denominaba.
Sandy era muy consentida por su
madre, ya que era hija única. La complacía en prácticamente todo lo que
podía, porque Sandy se ganaba la voluntad,
ya que era una destacada estudiante, era respetuosa con todos, buena
hija y muy ordenada. La madre no podía negarle, cada capricho que a la
niña se le ocurriese.
Un día sábado por la tarde, Sandy le pregunta a su madre: ¿Mami puedo salir a jugar un ratito al parque de enfrente? Y la madre le responde: “Sandy no me gusta que salgas sola a la calle, existen muchos peligros y me asustaría mucho que algo te sucediera", y Sandy le insiste: “mami no me pasará nada estaré aquí cerca y tú podrás vigilarme por la ventana de la cocina, quiero jugar y andar en mi bici color rosa, que tanto adoro". La madre le concede el permiso, y le dice que tenga mucho cuidado de no caerse de la bici.
La niña salió muy contenta y cantando de la felicidad, apenas marcha de casa y llega a la acera se consigue con Pedro y Jaime, ellos eran niños muy tremendos e inquietos. Siempre querían hacerle alguna maldad a la pequeña y frágil Sandy. Al poco rato, Pedrito llama a Sandy y la invita a un lugar en el cual se divertirán un montón. La niña decide hacerles caso, y cual será la sorpresa de los niños Pedro y Jaime para Sandy, que la empujaron a un fango muy espeso, que estaba en dicho lugar; la niña se encontró de los pies a la cabeza llena de lodo, y más su ropita rosa que ella tanto cuidaba con tanto esmero, para mantenerla siempre como nueva.
Estando Sandy metida en el lodo llorando, los malvados niños reían a más no poder; se burlaban con crueldad, mientras la niña lloriqueaba a tal punto que se escuchaba su llanto por todo el barrio residencial. La madre escuchó a lo lejos el llanto de la pequeña Sandy, y salió prácticamente volando a rescatar a su pequeña y dulce niña. La madre no daba crédito, y no entendía el por qué de aquella maldad a una niña tan buena y tierna.
El regaño que recibieron los hermanitos Pedro y Jaime fue descomunal, la madre de ellos les recriminó y castigó por una semana entera, sin chuches, galletas, televisión ni juguete alguno. ¡Pobres niños inquietos!
Sandy era una niña muy noble
de corazón, y le rogó a su madre aquella misma tarde, que la llevase a
casa de Pedrito y Jaimito, Porque deseaba que le levantaran el castigo, y
además quería disculparlos por sus juegos traviesos y pesados.
Al final los niños fueron perdonados y la madre de estos les quitó el castigo. Los niños muy tímidamente pidieron disculpas a Sandy, y le prometieron que nunca más le harían daño y se burlarían de ella. Y Así pasado el tiempo se convirtieron en los mejores amigos de la vida, y en los hermanos que Sandy no tuvo.
Al final los niños fueron perdonados y la madre de estos les quitó el castigo. Los niños muy tímidamente pidieron disculpas a Sandy, y le prometieron que nunca más le harían daño y se burlarían de ella. Y Así pasado el tiempo se convirtieron en los mejores amigos de la vida, y en los hermanos que Sandy no tuvo.