
Los griegos decían que la inspiración nace en el momento en que un artista o poeta logra un instante de encantamiento o excitación mental, es decir un delirio glorioso
o demencia poética; en otras palabras la personas que crean, o un
artista de cualquier índole, es arrastrado más allá de su propia mente, y
absorbe los pensamientos de los dioses del olimpo.
La inspiración, es sinónimo
de crear sin ataduras y fluidamente, tú alma y cerebro se conectan para
darle vida a tus propias ideas, venidas del más allá o quién sabe de
donde, no tiene explicación. En los momentos de iluminación nuestra
capacidad de creación está en grado superlativo, y no puede parar. Se
aparece sin previo aviso, y hay que correr a plasmar, para no olvidar,
porque la musa llega, pero se marcha también, en el momento menos
esperado.

La
verdad es que cuando la inspiración está transitoriamente “muerta” ó
“desaparecida” no surge ni que le enciendas una vela a todos los santos,
ni estrujándote el cerebro. Cuando no se manifiestan las ideas, digamos
que es porque la musa está descansando y no desea ser molestada.
Hay
momentos en los cuales estamos dormidos y de pronto se nos vienen ideas
musicales (para los compositores), poemas o algo para escribir,
dibujar, o resolver alguna ecuación matemática que nos trae de cabeza, y
zas! En el momento en el que estamos en alfa es cuando vemos claramente
la resolución del problema.

Lo
que no se puede hacer es presionar las ideas y la creatividad, porque
sino, vienen sin gracia y carente de originalidad. Y al final lo hecho
resulta poco interesante.
Está claro que todas las personas que
creamos (sea lo que sea), tenemos prolongados períodos de creatividad
pura, de inspiración, todo fluye sin parar, y para nosotros resulta una
delicia y una época muy prospera y fecunda; pero aquellas temporadas en
que la aridez se apodera de nuestro ingenio, nos sentimos un poco
prisioneros del agobio y del estrés, porque, normalmente, el llamarse
artista o creativo significa que las ideas no deben faltar, la
producción debe ser constante, y más cuando hay que rendir cuentas; por
ejemplo, escribir un libro para una determinada editorial y en un lapso
de tiempo especifico. En este caso se debe ser una fuente inagotable de
palabras, sinónimos, verbo,
historias y frases para llevar a termino dicho libro y no quedar mal, y
así sucesivamente en cualquier profesión que se necesite de la musa y
su creatividad.
Lo