Agudelia Espina mujer de carácter feroz,
alta, espigada y guapa en su juventud. Era una mujer solitaria y con
cara de pocos amigos. Vestía siempre ropa descolorida y muy antigua.
Vivía sola en su rancio y antiguo piso con olor a jabón de Marsella, era viuda desde muy joven y heredera de un edificio de apartamentos en aquella vieja y lúgubre cuidad. Alquilaba esos pisos y
con ese dinero vivía tranquilamente y le llegaba para lo que ella necesitaba; vivía como una reina.

Agudelia tenía cuatro hijos que ella despreciaba ferozmente, puesto que nunca los quiso tener. Era una mujer muy singular, con un pasado un poco obscuro y un presente nada mejor.
Agudelia Espina era una casera muy cruel. No permitía ni un solo día de atraso en el pago del alquiler de sus inquilinos. Era una mujer ermitaña, que todos los días comía al mediodía tortilla de patatas, siempre se le escuchaba batir los huevos en un plato de porcelana y con un tenedor.
Los hijos la visitaban una vez al año por unas pocas horas, tenía diez nietos que no conocía, porque esa abuela resultaba ser como una especie de bruja y carecía de ternura y amor.

Agudelia escondía un terrible secreto. El día del funeral de su marido, del cual heredó el edificio de apartamentos y un seguro escueto, había asistido al velatorio ataviada de rojo, con un vestido confeccionado por ella misma, todo el mundo se sorprendió ante la ausencia de lágrimas por parte de ella y el llamativo color de su atuendo, era la viuda y estaba como si nada sucediera en su vida.
Agudelia Espina, ocultaba un secreto, que se llevaría a la tumba, de joven siempre quiso ser muy rica, diseñar vestidos y vivir como una princesa, pero todos esos sueños no se cumplieron, porque Agudelia, cometió el error de casarse sin amor y tener cuatro criaturas que eran para ella una pesadilla.
Ella se había casado pensando que de ese modo podía salir de la casa de sus padres, sin pasar penurias lejos de ellos, pero al poco tiempo de estar casada, ella misma se dio cuenta que había cometido un grave error. Su esposo resultaba ser una persona totalmente gris, carente de carisma y sedentaria.

La realidad era que Agudelia en su vida, nunca llegó a enamorarse, jamás sintió amor por nadie.
El secreto de Agudelia Espina, era tenebroso, había asesinado a su marido en una fría noche de invierno, no soportaba más estar a su lado, cocinarle, lavar su ropa y verse obligada a mirar los partidos de futbol que tanto odiaba. Ella dijo a todos que su marido había fallecido de un infarto fulminante.
Con ese secreto vivió hasta el día de su muerte, siempre dura, perennemente fría y amargada. Agudelia Espina, el terror de sus inquilinos y la bruja de sus nietos e hijos; una mujer que vivió para ser infeliz y cruel con su entorno.

Ella fallecería de pulmonía a los 96 años, sola y olvidada por todos en su edificio de apartamentos, sin atisbo de arrepentimiento por sus acciones pasadas, y sin una lagrima de tristeza.
Vivía sola en su rancio y antiguo piso con olor a jabón de Marsella, era viuda desde muy joven y heredera de un edificio de apartamentos en aquella vieja y lúgubre cuidad. Alquilaba esos pisos y
con ese dinero vivía tranquilamente y le llegaba para lo que ella necesitaba; vivía como una reina.

Agudelia tenía cuatro hijos que ella despreciaba ferozmente, puesto que nunca los quiso tener. Era una mujer muy singular, con un pasado un poco obscuro y un presente nada mejor.
Agudelia Espina era una casera muy cruel. No permitía ni un solo día de atraso en el pago del alquiler de sus inquilinos. Era una mujer ermitaña, que todos los días comía al mediodía tortilla de patatas, siempre se le escuchaba batir los huevos en un plato de porcelana y con un tenedor.
Los hijos la visitaban una vez al año por unas pocas horas, tenía diez nietos que no conocía, porque esa abuela resultaba ser como una especie de bruja y carecía de ternura y amor.

Agudelia escondía un terrible secreto. El día del funeral de su marido, del cual heredó el edificio de apartamentos y un seguro escueto, había asistido al velatorio ataviada de rojo, con un vestido confeccionado por ella misma, todo el mundo se sorprendió ante la ausencia de lágrimas por parte de ella y el llamativo color de su atuendo, era la viuda y estaba como si nada sucediera en su vida.
Agudelia Espina, ocultaba un secreto, que se llevaría a la tumba, de joven siempre quiso ser muy rica, diseñar vestidos y vivir como una princesa, pero todos esos sueños no se cumplieron, porque Agudelia, cometió el error de casarse sin amor y tener cuatro criaturas que eran para ella una pesadilla.
Ella se había casado pensando que de ese modo podía salir de la casa de sus padres, sin pasar penurias lejos de ellos, pero al poco tiempo de estar casada, ella misma se dio cuenta que había cometido un grave error. Su esposo resultaba ser una persona totalmente gris, carente de carisma y sedentaria.

La realidad era que Agudelia en su vida, nunca llegó a enamorarse, jamás sintió amor por nadie.
El secreto de Agudelia Espina, era tenebroso, había asesinado a su marido en una fría noche de invierno, no soportaba más estar a su lado, cocinarle, lavar su ropa y verse obligada a mirar los partidos de futbol que tanto odiaba. Ella dijo a todos que su marido había fallecido de un infarto fulminante.
Con ese secreto vivió hasta el día de su muerte, siempre dura, perennemente fría y amargada. Agudelia Espina, el terror de sus inquilinos y la bruja de sus nietos e hijos; una mujer que vivió para ser infeliz y cruel con su entorno.

Ella fallecería de pulmonía a los 96 años, sola y olvidada por todos en su edificio de apartamentos, sin atisbo de arrepentimiento por sus acciones pasadas, y sin una lagrima de tristeza.
