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| Las desesperanzas lejanas de soledad |
Ella, Soledad, decía que no existía en su momento, nada que le pudiese hacer pensar que las cosas mejorarían. Ella Pensaba en el tiempo, el transcurrido, y el que venía. También cavilaba en ocasiones, que puede que sea un pecado vivir sin fe, con las ilusiones truncadas y machacada por el presente y el destino.
Consideraba que remontar era cosa de otros y no de nosotros, que es un peso vivir con incertidumbre, miedo y desprotección, sin nada donde puedas agarrarte para sentir un poco de esperanza, equilibrio interno y alivio espiritual. Esa luz que dicen que se encuentra al final de los incordios y tribulaciones, no la encontraba Soledad, ¿Será que no es para mí?, ¿qué estoy ciega y que no es para nosotros? resulta muy injusto vivir con ello, reclamaba ella, en sus pensamientos dolorosos, desmedidos, y puede que inconvenientes.
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| Sandra Rossi |
En sus ideas resaltaba que los errores nos preceden y nos persiguen a toda costa, dando como resultado nefasto, la pérdida de esperanzas, un caos sin remedio, estar sumergidos en la inopia y la sensación de la eterna oscuridad en el mundo de las soluciones.
Cuando la lógica, la realidad, los infortunios y espíritu te avisan que llegaste al final de todo, a la cumbre de la nada y al desgaste de las oportunidades, lo lógico es sentir miedo y vacío.
Puede que el ser objetiva le reste puntos a los sueños, que un destino aciago esté escrito en la palma de mi mano, que las premoniciones sean un cuento de miedo. El distinguir las cosas con tanta claridad me hace sufrir de impotencia, porque esta realidad, mi realidad, nuestra realidad, está anulada y truncada. No tengo un antifaz, no estoy ciega ni dominada por la negatividad, estoy llena de tanta claridad que me perturba y hace daño.
Soledad se culpaba y reflexionaba, sobre que es un castigo infinito y perpetuo tomar decisiones erradas, que sin saberlo y calcularlo, obstaculizarían el futuro y cada sueño que se poseía. La varita mágica no existe, el poder mental tampoco, y pedir al universo menos, porque el universo parece ciego y sordo para cada uno de los ruegos e imploraciones que le clamaba imperiosamente la pobre Soledad, en cada nefasta etapa de necesidad.
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| sanrossblogs |
Soledad ha de reconocido que ha rogado, rezado, e implorado, pidió perdón por albergar odio en su corazón, y nada ha servido. El destino está empecinado en empujarnos al fango decía ella, a la mala suerte y a un destino incierto, desearía que los presagios de desgracia no existiesen para apartar de mí, solo por un momento, el tormento de la existencia. Saborear la inopia golpea mucho el espíritu y acarrea tantas tristezas que vacían sin remedio las expectativas y la fe.
Malas sensaciones me persiguen y apiadarse le toca al destino…
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