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| Hijos y psicología |
Es evidente que no vinimos a este mundo, con el manual aprendido para ser unos padres, perfectos. Deseamos ser unos padres comprensivos en la adolescencia, abiertos, en la infancia, pero siempre dudamos de donde están los límites y de cómo aplicarlos.
No todos los niños poseen la misma personalidad, incluso entre hermanos. Esta personalidad de los niños se va forjando y cimentando según van creciendo y manteniendo las relaciones parentales, sociales y familiares.
El hecho de que un bebé desee estar en los brazos de sus progenitores, no es un rasgo de malcriadez, sencillamente representa la característica lógica del comportamiento de un recién nacido para solventar sus necesidades tales como abrigo, alimento, calor, afecto. El dormir con el bebé y la lactancia, no forja la malcriadez en los hijos.
La malcriadez se origina cuando existe un error entre la educación parental y las exigencias de los hijos. Hay que saber diferenciar los comportamientos negativos y positivos, y además aprender a fortalecerlas.
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| Sandra Rossi |
Es deber de los padres, tutores y cuidadores avisarles a los niños, la magnitud y las consecuencias de sus actos, porque en los primeros años de vida de los niños, ellos no saben diferenciar de manera individual, si los resultados de sus actos son positivas o negativas. Por ello es esencial, reforzar las conductas positivas y negativas. De modo que los chillidos, los enfados y los escarmientos no ayudan en lo absoluto.
Lo ideal es hablar antes de tomar una decisión o actuar sobre esa conducta que ha tenido, hay que conversar sobre lo que han hecho, la amonestación vendrá si ya lo hablaste y vuelve a cometer el mismo error o mal comportamiento.
Si por el contrario, el niño ha actuado bien, que ha resuelto un desafío significativo para él o que ha tomado la decisión adecuada, hay que felicitarlo y hacerle saber lo bien que ha estado y lo satisfecha que te sientes con él.
De igual modo cuando su conducta no sea la adecuada hay que explicarle el porqué de no hacerlo, reforzar esa enseñanza, y hacerle ver lo peligroso que puede ser para él o para otras personas. Esta tarea como padres, puede resultar muy complicada, el ayudarle a identificar esos conceptos por sí mismo y a interiorizarlo con conciencia.
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| sanrossblogs |
Conversar con paciencia y guiar a nuestros hijos en la corrección de su conducta, puede ser una medida más lenta y por lo tanto menos rápida que el grito, pero es más eficaz a largo plazo, es menos agresiva y mucho más posible de aprender. Debemos tener paciencia y actuar siempre bajo los preceptos del amor.
Crear límites ayuda al niño a desarrollarse con seguridad y convicción. Es una manera de establecer normas que en un futuro le servirán para saber desenvolverse en la sociedad.
Cuando impongamos una norma o un límite es beneficioso que lo hables con el niño, hay que explicarle el motivo de dicha norma y responder a sus preguntas con lógica.
Ser imperativo con los hijos, sin ofrecerle explicaciones, no es positivo para los hijos, no le ayudará a comprender las normas y los límites. Para la mentalidad de un niño, verse forzado a hacer algo porque si, a la fuerza, por obligación provoca en ellos la rebeldía y auspicia patrones de conducta negativos entre padres e hijos.
En la educación de nuestros hijos debemos obrar con el ejemplo, no solamente con palabras, ellos deben ver en nosotros el modelo y nosotros actuar como tal para que ellos nos sigan.
La educación a nuestros niños no se basa únicamente en indicarles que hacer y que no deben hacer, recordar que somos el ejemplo perfecto de nuestros niños.
Nuestros hijos tienen la capacidad de absorber de nosotros todo, desde el modo de hablar, hasta el de comportarnos. Los niños entienden como norma o conducta oportuna todo lo que observan de su hábitat más cercano, de su entorno. Si ellos perciben de uno la amabilidad, la paciencia y lo respetuosos que seamos con los demás, así será su comportamiento en la vida.
Una de las características más dificultosas de la educación en los primeros años de nuestros niños, es saber cómo actuar y responder durante los arrebatos o rabietas, porque nuestros nervios entran en juego y se ponen a prueba ante tales circunstancias, y mantener el talante, y tener paciencia cuesta.
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| Sandra Rossi blogs |
Es muy importante nuestra actitud y reacción en estas situaciones, es esencial mantener el límite y no exigirle que deje de patalear o gritar, jamás hay que demostrarle una conducta agresiva o impaciente, porque luego a la larga ellos sabrán como manipularnos y sacarnos de nuestras casillas, porque detectan con facilidad nuestros puntos débiles y atacan por allí.
Una buena manera de orientarle en sus frustraciones, es ofrecerle espacio y tiempo y mucho amor. Como padres tenemos la obligación de estar siempre dotados de psicología y paciencia a toda hora. No hay que olvidar que somos su modelo y soporte existencial,
Es evidente que como padres debemos contar con una dosis de extra de paciencia, no dejamos de ser seres individuales, cargados de frustraciones, con preocupaciones y responsabilidades por cumplir, y que además un ataque de rabieta de nuestro niño, en un momento en el que debemos terminar una tarea, o si simplemente tenemos un mal día; por el hecho de ser padres, debemos contenernos, tener paciencia y aguantar ese grito desesperado, que nos provoca los chillidos de nuestro pequeño, de eso se trata ser padres y educar, pasar nuestro ímpetu y necesidades a un segundo plano en esos instantes.
#YoMeQuedoEnCasa
#QuédateEnCasa
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