Imaginaros un mundo con las sillas rotas, que no existan los clavos que la sujeten, o el pegamento que las contengan para que no se fracture más.
Son tan elementales como las tantas cosas simples que tenemos a nuestro alrededor y no apreciamos en su momento. Y más allá de meros y simples ejemplos, de eso se trata la existencia, de valorar cada segundo, cada vista hermosa, cada despertar... Tratar de ser dichosos y valorar nuestro universo.
¿Es bueno escudriñar en nuestro interior?, ¿Y si lo que logre encontrar no me gusta?, ¿la vida la tenemos para fructificarla, ser el mejor en todo, competir por un buen puesto de trabajo, y no parar de estudiar y prepararnos?, ¿y el equilibrio espiritual y ayudar al prójimo?, ¿debemos pasarla bien todo el tiempo, sin importar el qué dirán y preocuparnos solamente de nosotros? ¿De qué se trata realmente el vivir, el estar aquí?, ¿Se trata de ser adultos y tener problemas, de reproducirnos para que esta especie continúe, trabajar todo el día, y llegar a viejos sentados frente a la tele con el periódico en la mano?, ¿la vida es compleja?
Puede que la vida sea compleja si nos dedicamos a complicarla y confundirnos, a no aprovecharla como se debería, a meternos en líos, allí sí que sería desaprovechada e incómoda. Esas situaciones son las que nos lleva a pensar que la vida es un bodrio, un incordio, como el no tener una silla donde sentarte cuando te sientes cansado o deseas comer tranquilamente.
La vida va evolucionando y eso gracias a la raza humana que aprovecha de sacar los mejor de sí mismos. A veces pienso que la gente de otros siglos eran más felices con la escasa comodidad o nula tecnología con la que contaban en ese momento.
Hoy en día con todos los avances a todo nivel con lo que contamos, con las comodidades, entretenimiento, avances científicos, mercantilismo, etc. Parece que fuéramos más infelices, la practicidad está en la palma de nuestras manos, y da la sensación que todo eso no es suficiente o complica más las cosas.
Desde que yo nací a esta parte, el avance tecnológico, científico y mercantil ha sido brutal, y aún queda mucho más por ver. Puede que esas personas de siglos pasados las pasaran mal por la falta de facilidades y dificultades para sobrellevar el día a día, no lo sabemos, pero también considero que la existencia en este mundo capitalista, competitivo, donde poseer y ser es lo más importante, sea lo que a muchos nos hace infelices.
Hay que probar vivir con lo mínimo indispensable, para saber si nos faltarían cosas para ser felices y disfrutarla.
Opino que hay que volver a la espiritualidad, a la meditación profunda y combinarlo con el mundo de allí fuera, el cotidiano, el mundano; para que la vida sea satisfactoria y más agradable. Cada quien pruebe lo que realmente le funciona ya se verá.
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