A costa de la felicidad
Sofía era una chica muy humilde, desde muy pequeña vivió en un gran barrio a las afueras de Madrid…
Sofía a los 15 años soñaba con tener las cosas básicas de las chicas de esa edad, es decir salir bien en clases, tener amigas, los CDS del momento, ropa linda y un hogar equilibrado. Sofía en parte lo tenía. Es decir, tenía todo, menos un hogar equilibrado. Y para una adolescente es vital sentir que papi y mami están allí para ella y para compartir cada uno de los momentos importantes de su vida.
Sofía tenía unos hermanos a los cuales era mejor no tener cerca, no eran precisamente los hermanos protectores y celosos del bienestar de su hermanita menor. Simplemente eran unos granujas inútiles que no soltaban las faldas de mamá y el bolsillo de papá. Y esta situación para Sofía era patética. Ya que le daba mucha vergüenza llevar a sus amigos a casa para estudiar, porque sus hermanos no se comportaban a la altura. Y eso para una adolescente como Sofía es hasta cierto punto doloroso, porque sus amigas tienen familias “normales”.
Sofi, como cariñosamente le llamaban sus amigos de infancia y compañeros de clases. Era una chica muy agraciada, buena estudiante y con mucha chispa. Tenía un semi-novio llamado Juan, estudiaban juntos y siempre estaban cerca uno del otro en el patio del recreo. Para tener 15 años Sofi poseía un vocabulario muy extenso, siempre estaba rodeada de amigos que les reían sus gracias.
Pasado dos años, Sofi se gradúa de bachiller y decide estudiar leyes en la universidad, lastimosamente la relación de tres años que mantenía con Juan se va al garete. Era mejor así. Con el pasar del tiempo y al irse haciéndose adultos ambos, las cosas se fueron enfriando, y prácticamente ya ni se veían.
En estos dos años que pasaron, Sofi las había pasado muy mal con sus padres, ellos se habían divorciado, y para Sofía esto representaba un trastorno y una profunda tristeza. Ella no paraba de reprocharles la separación. Al final ella se fue a vivir con su padre. Pero prácticamente era como vivir sola. Papá constantemente no paraba en casa. Y muchas veces Sofía no tenía nada en la nevera para comer. La madre de Sofía estaba casi desquiciada por la muerte de su única hermana.
Con este panorama tan desolador, era muy factible que Sofía siguiera por el camino menos recomendado para una joven de su edad, porque básicamente estaba siempre desamparada, sin la compañía de sus hermanos y sin el consejo y cobijo de su madre.
Pero Sofía era más fuerte que toda su familia junta y enfrentaba a pulso sus calamidades. Es posible que en muchos momentos Juan fuera el soporte de su frágil y desamparada vida.
Con todos estos avatares y circunstancias que acompañaron a Sofía en estos largos dos años de su vida, ella fue adoptando una actitud dura y soberbia con sus padres y con muchos aspectos de la vida.
Un buen día conoce a un músico muy famoso en Madrid, no era un músico de fama nacional, pero si muy conocido en Madrid. Ella quedó flechada. Por aquella época, Sofía estaba esperando cupo en la universidad, había pasado por lo menos 6 meses desde que se graduó de bachiller, así que en ese ínterin, realizó varios trabajitos, para conseguir algo de dinero y así poder foguearse un poco con el mundo de los adultos. Ella estaba por cumplir la mayoría de edad, le faltaban 4 meses, pero como siempre estaba sola, se sentía con la madurez de una chica 25 años.
Julián, el músico del que ella se enamoró, tocaba en el Retiro, y ella se apareció junto a unas amigas, y se le presentó sin más. Julián se sonrió y se dio la vuelta. Cuando terminó de tocar, Julián se le acercó a Sofía y le invitó a tomar una merengada. Ella estaba bañada en agua de rosas, no lo podía creer. Pero tuvo que marchar temprano, no sin antes intercambiar números de teléfono. Con el pasar de los días se fueron haciendo inseparables. Y así hasta hacerse novios inseparables, parecían gemelos no estaban nunca uno sin el otro. Una historia de amor digna de una telenovela.
Pasaron muchas lunas y Sofía, ya estaba en la mitad de la carrera de derecho, con los mismos problemas con su familia y con un novio que prácticamente era su ángel guardián. La ayudaba en todas sus necesidades básicas, incluso a costear sus estudios, pagar sus libros de la universidad, comida y ropa. Nada podía ser mejor. Para Sofía, Julián era su todo. Lo celaba hasta del aire, y no era para menos.
Hubo un momento que no se sabe cuando fue, que Sofía, dio un vuelco total a su personalidad. Y esto obviamente afectaría su relación idílica con Julián, que había pasado prácticamente, a ser un chaperón. Su trabajo no estaba pasando por una buena época, estaba escaso de actuaciones. Y a Sofía esto le afectaba. En la universidad se había rodeado de amigas un poco superficiales. Y esta situación a Julián no le gustaba demasiado, porque se daba cuenta que la niña que él había conocido no era la misma, se estaba convirtiendo en otra, sus gustos estaban dando un giro de 360 grados y ya no estaban juntos para todo, como siempre. Esto traía a Julián de cabeza. De ser una niña frágil y desprotegida se estaba convirtiendo en una amante del dinero y del poder. Su ambición era algo que desconcertaba a Julián.
Hubo lágrimas, reproches, juicios, verdades y montañas que ya no se podrían traspasar, así quisieran. Un 25 de diciembre Sofi le dijo a Julián que ya no quería seguir con él, que necesitaba estar un poco a solas para encontrase consigo misma, pero al mismo tiempo hubo una confesión que fue el detonante, ella había estado con otro a espalda de Julián. Era un chico guapo y adinerado. Ella no lo quería como hombre, pero le gustaba su posición económica. Y eso se llevaría por la borda 5 años de relación con Julián. Ya todo se había acabado para Julián después de saber todo esto. Para ella no… porque Julián debería estar en el banquillo, esperando por si ella fracasaba en sus planes de explorar la vida con el dinero de otros.
Pero este chico, no sería él único en la vida de Sofi, ese chico fue un peldaño más que necesitaba subir Sofi para encontrar otro hombre con más poder, que le resolviera la vida, y le hiciera olvidar las vicisitudes de la adolescencia. En definitiva, las charlas con las amigas de la universidad hicieron mella en la personalidad de Sofía, sus consejos calaron muy fuerte en su manera de ser y en sus sentimientos.
Sofía ya se había recibido como abogado, y esta situación le abriría muchas puertas. Consiguió trabajo en un buen bufete de abogados, gracias a sus altas calificaciones como estudiante. Porque indudablemente era buena estudiante, extraordinaria; y en muchos casos despertaba envidia entre sus compañeros. Sofía no podía olvidar a Julián, con él aprendió muchas cosas de la vida. Y fue un amor tierno, ella sabe que cometió un error al dejarlo, pero a ella le podía más sus ambiciones, y esto Julián no podía dárselo, lamentablemente…
Al pasar unos meses Julián decide olvidarla y rehacer su vida junto a otra chica. Sofía lloró lágrimas de sangre por esta realidad. Y decide sin más casarse con el dueño del bufete. No paraba de cortejarla desde hacía tiempo, así que ella aceptó y de ese modo pasaría a englobar la lista de mujeres trepadoras, que se casan por interés y sacrifican el verdadero amor para convertir sus ambiciones en realidad.
Los primeros años de matrimonio fueron duros, porque resultaba difícil convivir con un ser que no amaba, que era todo lo contrario a lo que ella quería físicamente, espiritual y mentalmente. Sabía que su verdadero amor no estaba a su lado y que además percibía que no volvería nunca más a besar sus labios… y a reír con él…
Ella encontró la posición económica que tanto deseaba, pero por dentro estaba totalmente seca de infelicidad… lloraba al ver el amanecer, no sabía que podría pasar en ese nuevo día. ¿Hasta cuando podría soportar el disimulo? Solo había una solución. Rezar mucho y aprender a dar las gracias por lo que en ese momento tenía. Así fueran bienes materiales.
Y así pasaron lentamente cada día de su vida: sin el amor verdadero, con un hombre que la amaba mucho, y ella a él no, dando gracias a dios, respirando fuerte y con mucho pero mucho dinero…
Sofía era una chica muy humilde, desde muy pequeña vivió en un gran barrio a las afueras de Madrid…
Sofía a los 15 años soñaba con tener las cosas básicas de las chicas de esa edad, es decir salir bien en clases, tener amigas, los CDS del momento, ropa linda y un hogar equilibrado. Sofía en parte lo tenía. Es decir, tenía todo, menos un hogar equilibrado. Y para una adolescente es vital sentir que papi y mami están allí para ella y para compartir cada uno de los momentos importantes de su vida.
Sofía tenía unos hermanos a los cuales era mejor no tener cerca, no eran precisamente los hermanos protectores y celosos del bienestar de su hermanita menor. Simplemente eran unos granujas inútiles que no soltaban las faldas de mamá y el bolsillo de papá. Y esta situación para Sofía era patética. Ya que le daba mucha vergüenza llevar a sus amigos a casa para estudiar, porque sus hermanos no se comportaban a la altura. Y eso para una adolescente como Sofía es hasta cierto punto doloroso, porque sus amigas tienen familias “normales”.
Sofi, como cariñosamente le llamaban sus amigos de infancia y compañeros de clases. Era una chica muy agraciada, buena estudiante y con mucha chispa. Tenía un semi-novio llamado Juan, estudiaban juntos y siempre estaban cerca uno del otro en el patio del recreo. Para tener 15 años Sofi poseía un vocabulario muy extenso, siempre estaba rodeada de amigos que les reían sus gracias.
Pasado dos años, Sofi se gradúa de bachiller y decide estudiar leyes en la universidad, lastimosamente la relación de tres años que mantenía con Juan se va al garete. Era mejor así. Con el pasar del tiempo y al irse haciéndose adultos ambos, las cosas se fueron enfriando, y prácticamente ya ni se veían.
En estos dos años que pasaron, Sofi las había pasado muy mal con sus padres, ellos se habían divorciado, y para Sofía esto representaba un trastorno y una profunda tristeza. Ella no paraba de reprocharles la separación. Al final ella se fue a vivir con su padre. Pero prácticamente era como vivir sola. Papá constantemente no paraba en casa. Y muchas veces Sofía no tenía nada en la nevera para comer. La madre de Sofía estaba casi desquiciada por la muerte de su única hermana.
Con este panorama tan desolador, era muy factible que Sofía siguiera por el camino menos recomendado para una joven de su edad, porque básicamente estaba siempre desamparada, sin la compañía de sus hermanos y sin el consejo y cobijo de su madre.
Pero Sofía era más fuerte que toda su familia junta y enfrentaba a pulso sus calamidades. Es posible que en muchos momentos Juan fuera el soporte de su frágil y desamparada vida.
Con todos estos avatares y circunstancias que acompañaron a Sofía en estos largos dos años de su vida, ella fue adoptando una actitud dura y soberbia con sus padres y con muchos aspectos de la vida.
Un buen día conoce a un músico muy famoso en Madrid, no era un músico de fama nacional, pero si muy conocido en Madrid. Ella quedó flechada. Por aquella época, Sofía estaba esperando cupo en la universidad, había pasado por lo menos 6 meses desde que se graduó de bachiller, así que en ese ínterin, realizó varios trabajitos, para conseguir algo de dinero y así poder foguearse un poco con el mundo de los adultos. Ella estaba por cumplir la mayoría de edad, le faltaban 4 meses, pero como siempre estaba sola, se sentía con la madurez de una chica 25 años.
Julián, el músico del que ella se enamoró, tocaba en el Retiro, y ella se apareció junto a unas amigas, y se le presentó sin más. Julián se sonrió y se dio la vuelta. Cuando terminó de tocar, Julián se le acercó a Sofía y le invitó a tomar una merengada. Ella estaba bañada en agua de rosas, no lo podía creer. Pero tuvo que marchar temprano, no sin antes intercambiar números de teléfono. Con el pasar de los días se fueron haciendo inseparables. Y así hasta hacerse novios inseparables, parecían gemelos no estaban nunca uno sin el otro. Una historia de amor digna de una telenovela.
Pasaron muchas lunas y Sofía, ya estaba en la mitad de la carrera de derecho, con los mismos problemas con su familia y con un novio que prácticamente era su ángel guardián. La ayudaba en todas sus necesidades básicas, incluso a costear sus estudios, pagar sus libros de la universidad, comida y ropa. Nada podía ser mejor. Para Sofía, Julián era su todo. Lo celaba hasta del aire, y no era para menos.
Hubo un momento que no se sabe cuando fue, que Sofía, dio un vuelco total a su personalidad. Y esto obviamente afectaría su relación idílica con Julián, que había pasado prácticamente, a ser un chaperón. Su trabajo no estaba pasando por una buena época, estaba escaso de actuaciones. Y a Sofía esto le afectaba. En la universidad se había rodeado de amigas un poco superficiales. Y esta situación a Julián no le gustaba demasiado, porque se daba cuenta que la niña que él había conocido no era la misma, se estaba convirtiendo en otra, sus gustos estaban dando un giro de 360 grados y ya no estaban juntos para todo, como siempre. Esto traía a Julián de cabeza. De ser una niña frágil y desprotegida se estaba convirtiendo en una amante del dinero y del poder. Su ambición era algo que desconcertaba a Julián.
Hubo lágrimas, reproches, juicios, verdades y montañas que ya no se podrían traspasar, así quisieran. Un 25 de diciembre Sofi le dijo a Julián que ya no quería seguir con él, que necesitaba estar un poco a solas para encontrase consigo misma, pero al mismo tiempo hubo una confesión que fue el detonante, ella había estado con otro a espalda de Julián. Era un chico guapo y adinerado. Ella no lo quería como hombre, pero le gustaba su posición económica. Y eso se llevaría por la borda 5 años de relación con Julián. Ya todo se había acabado para Julián después de saber todo esto. Para ella no… porque Julián debería estar en el banquillo, esperando por si ella fracasaba en sus planes de explorar la vida con el dinero de otros.
Pero este chico, no sería él único en la vida de Sofi, ese chico fue un peldaño más que necesitaba subir Sofi para encontrar otro hombre con más poder, que le resolviera la vida, y le hiciera olvidar las vicisitudes de la adolescencia. En definitiva, las charlas con las amigas de la universidad hicieron mella en la personalidad de Sofía, sus consejos calaron muy fuerte en su manera de ser y en sus sentimientos.
Sofía ya se había recibido como abogado, y esta situación le abriría muchas puertas. Consiguió trabajo en un buen bufete de abogados, gracias a sus altas calificaciones como estudiante. Porque indudablemente era buena estudiante, extraordinaria; y en muchos casos despertaba envidia entre sus compañeros. Sofía no podía olvidar a Julián, con él aprendió muchas cosas de la vida. Y fue un amor tierno, ella sabe que cometió un error al dejarlo, pero a ella le podía más sus ambiciones, y esto Julián no podía dárselo, lamentablemente…
Al pasar unos meses Julián decide olvidarla y rehacer su vida junto a otra chica. Sofía lloró lágrimas de sangre por esta realidad. Y decide sin más casarse con el dueño del bufete. No paraba de cortejarla desde hacía tiempo, así que ella aceptó y de ese modo pasaría a englobar la lista de mujeres trepadoras, que se casan por interés y sacrifican el verdadero amor para convertir sus ambiciones en realidad.
Los primeros años de matrimonio fueron duros, porque resultaba difícil convivir con un ser que no amaba, que era todo lo contrario a lo que ella quería físicamente, espiritual y mentalmente. Sabía que su verdadero amor no estaba a su lado y que además percibía que no volvería nunca más a besar sus labios… y a reír con él…
Ella encontró la posición económica que tanto deseaba, pero por dentro estaba totalmente seca de infelicidad… lloraba al ver el amanecer, no sabía que podría pasar en ese nuevo día. ¿Hasta cuando podría soportar el disimulo? Solo había una solución. Rezar mucho y aprender a dar las gracias por lo que en ese momento tenía. Así fueran bienes materiales.
Y así pasaron lentamente cada día de su vida: sin el amor verdadero, con un hombre que la amaba mucho, y ella a él no, dando gracias a dios, respirando fuerte y con mucho pero mucho dinero…
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