Ángeles Noir, era una chica esbelta de 15 años que amaba el arte y en especial la pintura, estudiaba cuarto año de la ESO. Quería ser pintora y hacer exposiciones de sus obras en grandes e importantes museos del mundo. Sabía que para conseguir ese sueño tenía que trabajar mucho.
Era muy ambiciosa y estaba al corriente que poseía la fuerza y coraje necesarios para conseguir todo aquello que se propusiese en ese ámbito artístico.
Ángeles era hermosa, tímida y simpática a la vez. Desde muy pequeña dibujaba con facilidad cualquier cosa. Adoraba a los grandes como Miguel Ángel, Dalí, Rembrandt o Monet por mencionar algunos de sus artistas motivadores, idolatrados y preferidos.
Cuando cumplió los dieciséis, su madre que era farmaceuta, la matriculó en clases de dibujo y pintura, el profesor al ver lo avanzada que estaba y notar el gran talento que poseía la adelantó de curso, para que al año escolar siguiente ya se fuera a una escuela superior profesional en el cual él profesor, tenía muchos contactos para que Ángeles se matriculara sin problema alguno.
Ángeles estaba pletórica de dicha, no podía creer que todo aquello le estuviese sucediendo, no daba crédito a la suerte y al hecho de que en poco tiempo tocaría sus sueños con la palma de sus manos y lo saborearía a placer, era muy ambiciosa y evidentemente para conseguirlo trabajaría inagotablemente y no se detendría por nada ni por nadie.
Ángeles no pertenecía a una familia rica, como si sus compañeros de dibujo y pintura, que sin problemas compraban los costosos materiales para las clases, mientras que ángeles los adquiría de menos calidad y muchas veces tarde.

Esa situación la saturó bastante, y se las ingenió para tomar prestado sin permiso lo que no le pertenecía, robaba los materiales de sus compañeros de clases, los alumnos y el profesor estaban abrumados con esa extraña situación nueva. Evidentemente Ángeles disimulaba y se hacía pasar por afectada también, y comentaba que había perdido igualmente algún que otro material de dibujo.
Como era comprensible, los compañeros calcularon que antes de la llegada de Ángeles esos robos no sucedían y además ellos tenían claro que la chica nueva no tenía los medios suficientes para comprar los materiales con facilidad.
Le tendieron una trampa colocando una video cámara en el aula de clases, y al siguiente día la desenmascararon, Ángeles quedó al descubierto, quiso salir corriendo, lloraba con desdén, nadie podía detenerla en aquellos planes que había trazado para su vida.
Tampoco hubo piedad por parte de los compañeros, profesor y escuela para excusarla, la echaron sin posibilidad de un perdón, también la actitud chulesca de Ángeles no ayudaba en nada para lograr obtener esa compasión y perdón.

Ángeles estaba acorralada, ya nunca más conseguiría esa oportunidad tan buena e importante. No quería que su madre se enterara de lo que hizo.
En un ataque desenfrenado de ira, decidió un jueves a las cuatro treinta de la tarde, en plena hora de clases quemar la escuela con todos dentro, decidió acabar con todas aquellas personas que ella consideraba inferiores en talento y que interiormente siempre odió por poseer económicamente todo lo que ella anhelaba para alcanzar sus sueños, dinero, estatus social y material.

Ángeles estaba poseída, odiaba la vida, odiaba todo aquello que le retenía en el sitio donde no quería estar.
Ángeles dejó aflorar su negra alma, y desdibujo de su rostro la eterna sonrisa y encanto con el que siempre contaba para endulzar al mundo.
Fue descubierta y apresada, cadena perpetua fue la mínima pena impuesta por el juez, su madre enloqueció y a un psiquiátrico fue a parar…
Triste historia esta, la de la ambiciosa Ángeles Noir.
