Procurar el reconocimiento público, social, familiar, profesional etc. Es algo que extrañamente se persigue con desesperación, a mi entender es un error, hay que vivir para satisfacerse interiormente, porque de no lograr conseguir la atención de las personas, podría significar una frustración muy grande y una debacle interna, que no resulta nada positivo para el espíritu.
Es evidente que muchas veces a partir del reconocimiento público y dependiendo de la profesión que se tenga, sea necesario, porque esto es lo que ayudaría a ganar dinero, tener excelente estatus profesional y gozar de una buena posición social.
Vivir esperando de igual modo el reconocimiento de nuestros actos por parte de nuestros padres también significa un agobio, porque lo reitero, deberíamos vivir para ser felices con lo que hacemos, con lo que hemos conseguido con nuestro propio esfuerzo, eso sería el motor que nos impulse para lograr más en la vida. Pero tratar de complacer al mundo representa una prisión sin libertad en mil años, un peso enorme difícil de apartar de nuestra mente, que posiblemente retrasaría o apartaría nuestros auténticos propósitos de vida.
En muchos casos, cuando eres niño, vives a través de las frustraciones de nuestros padres, si ellos querían tocar la tuba, te matriculan en el conservatorio para que tú cumplas un sueño que ellos no lograron alcanzar en sus propias vidas, si tú padre quería ser médico, nada mejor que insistirte en que los seas, entonces se vive con amargura porque no cumpliste tus sueños, sino el de ellos. Es una realidad muy dura.
Pero insisto, vivir persiguiendo el reconocimiento es un yugo, casi un lastre, es como llevar una mochila a donde sea de tres mil kilos sin descanso, no se disfruta de nada.
Hay una cuestión que particularmente me llama la atención; por ejemplo los artistas famosos que gozan de reconocimiento y una carrera consolidada, muchas veces se esmeran en hacer actuaciones tan perfectas y presuntuosas que caen en lo sobreactuado, quitándole naturalidad a su arte para luego parecer ficticios y restando autenticidad en las galas. Al final ellos también viven para complacer a su público y no perder la fama por la que tanto han peleado.
Más bien hay que esforzarse en ser auténtico y natural, y más si ya cuentas con fama, con una trayectoria consolidad. Muchas veces cantantes saturan canciones y conciertos con excesos de notas, melismas y notas agudas que más bien aburren y le restan belleza al espectáculo.
Uno como persona individual, el mejor reconocimiento que podemos recibir y esperar es el de nuestros hijos y padres. Pero tampoco es vital y resulta genial sentirse orgullosos de uno mismo y disfrutar en silencio las mieles del éxito. Sentir que cada acto de tú vida es un premio porque ha sido concebido a base de trabajo y sin importar a quien le gusta o no.
Claro que es maravilloso recibir halagos por lo que eres y haz conseguido, es una realidad, pero también es extraordinario ser feliz por tus logros personales y vivir de ello. Así que pelea por ellos sin descanso.
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